En la película “Los 400 golpes” de François Truffaut podemos escuchar la siguiente conversación entre la mamá de Antoine y un juez:

– En última estancia puede regresar con nosotros, pero debe comprometerse a cambiar. Si pudiera usted meterle miedo, señor juez.

– No es labor mía, señora. 

– No tenemos autoridad sobre él. 

– Tal vez la ejerzan de forma demasiado intermitente.

Aunque la película se sitúa en el Paris de los años cincuenta y sesenta, lo que escuchamos del juez no está nada alejado de la realidad, de aquel y de este momento, ya que la teoría nos dice que el proceso de socialización en la familia es el primer y principal medio que provee y retroalimenta a nivel comportamental y emocional la conducta infantil, al vincular la práctica de actitudes, delimitación de normas-límites, valores, cumplimientos de funciones-roles y expresiones de comunicación-afecto (Villavicencio, Armijos & Castro, 2020).

Pero a todo esto, ¿Quién es Antoine Doinel? Antoine es un niño (casi adolescente) de aproximadamente 11 años que crece solitario en un Paris de 1958. Sus padres, metidos en sus trabajos, aficiones y problemas de pareja mantienen una interacción con él basada en reclamos y regaños, mezclada con muy pocos, casi nulos, momentos de comprensión y afecto. Teniendo el panorama de esta relación, tal vez podríamos predecir hacía donde se encaminará la vida de Antoine, ya que se sabe que los estilos de crianza permisivos oautoritarios cargados de hostilidad y abandono impactan significativamente el equilibrio emocional y el desarrollo armónicode los niños además de facilitar múltiples disrupciones conductuales(Moreno, 2013).

Es entre esa interacción disfuncional en casa y una dinámica escolar,igualmente castigadora y distante, que Antoine crece y lo vemos metido en diferentes travesuras que poco a poco van escalando de gravedad, hasta llegar a un punto en donde las consecuencias de sus actos lo llevan por un camino todavía peor al que ha recorrido hasta el momento. 

Y es el final de Antoine el que nos deja pensando que, si bien los límites son necesarios para introyectar las normas sociales y tener un sano desarrollo e integración, nunca, NUNCA (así, con mayúsculas) se debe olvidar que los límites y el afecto no están peleados, que es posible mantener una relación amorosa, de comprensión y confianza y a la vez tener claras las expectativas de conducta y las consecuencias a las conductas inadecuadas. ¿Qué hubiera pasado con Antoine si sus padres se hubieran involucrado más con él? ¿Si hubieran promovido más esas salidas familiares al cine en lugar de tantos regaños? ¿Si hubieran dejado claras las consecuencias de sus conductas? ¿Si hubieran empatizado en su dificultad académica? Tal vez no hubiera tenido ese final. 

Películas como Los 400 golpes nos hacen recordar que el afecto, la reflexión y la cercanía son la base de la interacción efectiva entre padres e hijos y que, si bien eso no garantiza un crecimiento sin dificultades o retos conductuales, saberse queridos, respetados y acompañados les brindará mejores oportunidades de crecimiento y de calidad de vida en general. 

Y tú, ¿ya viste esta película?  

Lic. Edith García Jacobo

Lic. en Psicología
Cédula Profesional: 8133498

Julio de 2023



Moreno, N. (2013). Familias cambiantes, paternidad en crisis. Psicología desde el Caribe, 30(1)), 177-209

Villavicencio Aguilar, C. E., Armijos Piedra, T. R. & Castro Ponce ,M. C. (2020). Conductas disruptivas infantiles y estilos de crianza. Revista Iberoamericana de Psicología, 13 (1), 139-150.

por Azomalli

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