Recuerdo aquella primera vez que vi la película “Cafarnaúm”. En la butaca de la izquierda estaba mi mamá y en la de la derecha, mi mejor amiga. Pasaron unos segundos en silencio después del shock que nos dejó el final y pasaron un par de minutos más para voltearnos a ver y descubrir que las tres teníamos lágrimas. Y es que como no quedar impactadas cuando durante 120 minutos, Nadine Labaki (guionista y directora de la película) nos cuenta la historia de Zain, un niño de escasos 11 años que tiene que luchar contra todo para sobrevivir en las calles de Beirut, siendo invisible para su padre y su madre, pero un buen aliado y protector para su hermana.
A lo largo de la película somos testigos de los múltiples maltratos a los que es sometido Zain, desde negligencia (al no tener cubiertas sus necesidades básicas como alimento, vivienda digna y educación), el maltrato físico y emocional (golpes y amenazas por parte de su padre) y un total abandono por parte de las figuras adultas, situaciones que lo privan de cubrir la necesidad biológica de contacto y afecto, aspectos que son indispensables para un sano desarrollo.
Relacionado a lo anterior, Teresa García (2017), menciona que las infancias necesitan figuras de apego que les hagan sentirse seguras, protegidas y les ayuden a entender el mundo que les rodea para tener una estructura sólida y predecible, pero ¿qué pasa si estas figuras que tendrían que protegerles representan una amenaza? Bueno, lo que pasa es que el cerebro termina funcionando de una forma desorganizada, generando altos niveles de cortisol (hormona del estrés) provocando impactos negativos duraderos en el desarrollo cerebral e inhibiendo el desarrollo sano, y eso, probablemente, nos ayude a entender por qué Zain decidió hacer lo que hizo como su única salida.
Y es que, creo que una parte difícil del filme es aceptar que la historia de Zain se repite en cualquier lugar del mundo, condenando, en muchos casos, la vida de quienes sufren maltrato, ya que, la literatura nos dice que las infancias que fueron abusadas pueden tener consecuencias negativas a largo plazo, como problemas sociales y conductuales, efectos patológicos en el sistema nervioso central y efectos psiquiátricos (Forero, 2010).
Pero calma, no todo en la película es tristeza e impotencia, también hay algunas chispas de humanidad y ejemplos muy claros de resiliencia, supervivencia, empatía y ternura en donde Zain muestra una increíble determinación para superar las dificultades y encontrar formas de protegerse y proteger a otros.
Estoy segura de que esta película no te dejará indiferente. Tal vez después de verla te encuentres reflexionando sobre la importancia de seguir creando entornos seguros y amorosos para las infancias.
Lic. Edith García Jacobo
Lic. en Psicología
Cédula Profesional: 8133498
Junio 2023